Edouard Carmignac comenta la actualidad económica, política y social.
Estimados lectores:
A Witold Gombrowicz, francés de adopción, le gustaba decir: “Ser francés significa precisamente tener en cuenta algo más que la propia Francia”. Al dar firmemente la espalda a los movimientos nacionalistas y populistas de todo tipo, nuestros compatriotas han recuperado de forma decisiva nuestra cultura, profundamente impregnada de apertura y universalidad.
El fracaso del populismo en Francia —y también en toda Europa—, las dificultades de Theresa May para lograr un mandato claro para poner en marcha el brexit y los repetidos desaciertos de Donald Trump son factores esperanzadores. Tal y como escribía en mi última carta, el nacionalismo económico no es factible en un mundo interdependiente y no puede favorecer el progreso priorizando la protección frente a la ambición y el conservadurismo frente a la innovación.
En cambio, ¿puede ser bien recibido por los mercados? Cierto es que el abandono de las promesas de estímulo presupuestario, a menudo desproporcionadas, puede lastrar las perspectivas de la actividad a corto plazo. No obstante, también puede reducir el importante nivel de incertidumbre, que inevitablemente habría suscitado el uso de armas como la intervención en las divisas y el proteccionismo. Así, el nuevo impulso de la construcción europea, bajo los auspicios del tándem Macron-Merkel, permite entrever por fin la perspectiva de una actividad impulsada de forma más sostenida por la recuperación de la confianza y la reducción de los desequilibrios entre los Estados miembro.
No obstante, esta reducción del riesgo político está acompañada por las amenazas que ya están lastrando la liquidez a escala mundial: la Fed y, en menor medida, el BCE. Las políticas más que acomodaticias aplicadas por los bancos centrales desde 2008 han prestado un enorme apoyo a la actividad, pero también han favorecido en gran medida la revalorización de los activos financieros. Ahora que el crecimiento mundial es, al mismo tiempo, sostenido y generalizado, parece que es el momento adecuado para empezar a retirar el exceso de liquidez. Hacer que los mercados absorban bien el endurecimiento progresivo de las políticas monetarias es una tarea ardua, cuya gestión debería ser especialmente delicada en Estados Unidos, donde el vigor del ciclo económico empieza a debilitarse.
Además, deberemos adoptar una postura especialmente prudente a la hora de monitorizar la gestión de los procesos de normalización monetaria por parte de los bancos centrales. Así, esperamos contribuir a que sus vacaciones sean más serenas.
Entretanto, reciban un cordial saludo.