Estimados inversores:
Muy a menudo, un repaso atento de la Historia puede ayudar a anticipar lo que va a ocurrir. Por alarmante y dolorosa que pueda parecer, la escalada del conflicto en Oriente Medio ofrece un rayo de esperanza.
El propio Irán es objeto de un gran malentendido. Aunque muchos iraníes ya no se consideran «exclusivamente» persas, no son árabes. Quinientos años antes del nacimiento de Jesucristo, Darío I dominaba Oriente Medio no solo con sus ejércitos, sino también con una magnífica civilización, que dejó como testimonio las ruinas de Persépolis. Los reveses sufridos a lo largo de los siglos por Persia a manos de sus vecinos, en especial los turcos, no menoscabaron su refinamiento cultural ni sus capacidades científicas, como ponen de manifiesto sus avances en el campo de la energía nuclear o el desarrollo de temibles drones. Con todo, perdura su ambición de controlar, e incluso dominar, el mundo árabe. Y el islamismo radical ha demostrado ser un arma poderosa, cuya eficacia se ha visto reforzada por dos grandes circunstancias. La primera es la existencia de Israel como chivo expiatorio ideal. Y la segunda, las profundas desigualdades creadas por el trazado de la funesta línea Sykes-Picot en 1916, que desvía la mayor parte de los recursos petrolíferos de Oriente Medio de sus regiones más pobladas.
En este sentido, la brutal incursión de Hamás del 7 de octubre de 2023 no fue una coincidencia. Estaba a punto de anunciarse un plan de apoyo a la creación de un Estado palestino, financiado principalmente por Arabia Saudí. Si la contraofensiva israelí, respaldada por la intervención aérea estadounidense, no acaba con el régimen iraní, al menos debería retrasar el desarrollo de un arma nuclear y, sobre todo, disuadir a Irán de seguir desestabilizando Oriente Medio. ¿O nos estamos haciendo ilusiones? Además, el plan de Arabia Saudí de crear un Estado palestino podría reactivarse.
¿Y qué decir de los mercados? El apaciguamiento en Oriente Medio está reduciendo la prima de los activos de riesgo y, como era de esperar, del petróleo. Esto es especialmente favorable para Europa, cuyas perspectivas de crecimiento han mejorado aún más con la reciente puesta en marcha del importante plan de estímulo económico alemán impulsado por Friedrich Merz. El abaratamiento del petróleo, junto con la importante relajación de las presiones inflacionistas mundiales, incentiva a los bancos centrales a mirar al futuro con confianza, al tiempo que impulsan políticas monetarias más acomodaticias. El principal escollo podría ser la amenaza de guerra arancelaria de Trump, aunque como anticipé en mi anterior carta, parece ir moderándose cada día.
No obstante, seguimos mostrando cautela con los activos estadounidenses. Mantenemos una baja exposición al dólar en nuestras carteras y una posición infraponderada en renta fija y variable estadounidense, con la notable excepción de los valores tecnológicos que son el eje vertebrador de la ola de la inteligencia artificial. El debilitamiento del dólar y el descenso de los tipos de interés deberían contribuir a revalorizar los activos de los mercados emergentes, que no solo ofrecen atractivas oportunidades de inversión, sino que además siguen infravalorados.
Les deseo un verano próspero y en paz. Saludos cordiales,