Pese al incierto entorno económico, los grandes índices bursátiles baten récords. Aunque se ven señales de euforia, los fundamentales siguen sólidos. Y algunas zonas geográficas podrían sorprender.
En esta fase de ralentización, la dispersión de las rentabilidades entre los distintos valores podría constituir un notable catalizador de rentabilidad, al contrario que en 2018
En 2019, las problemáticas de fondo siguen sin haberse resuelto. Las previsiones de crecimiento podrían sufrir una revisión a la baja y es demasiado pronto para prever un giro en el plano monetario.
El final de la tranquilidad derivada del respaldo de las instituciones monetarias produce lógicamente un aumento del coste del riesgo y, por ende, una reducción de los múltiplos de las valoraciones de los mercados de renta variable
Los indicios «clásicos» de cercanía del fin del ciclo aparecen en los mercados. Después de diez años de intervenciones en los mercados por parte de los bancos centrales, la verdadera prueba de solidez de los mercados llegará cuando el apoyo del ciclo llegue a su fin. La cuenta atrás ha comenzado.
La inestabilidad de los mercados refleja la confusión de los inversores respecto de la fase de transición entre dos regímenes de liquidez radicalmente opuestos
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